viernes, 16 de julio de 2010

FOTOGRAFÍAS DE RUTH MATILDA ANDERSON

Ya lleva un tiempo recorriendo las salas de exposiciones de la Fundación Caixa Galicia esta muestra impresionante de fotografías de la norteamericana Ruth Matilda Anderson (1893-1983) que lleva por título: "Unha mirada de antano".
Y de eso se trata, precisamente, de mirar atrás. No muy atrás. Hace menos de un siglo. Entre 1924 y 1926 esta intrépida señorita americana, por encargo de la Hispanic Society of America de New York viajó en condiciones de auténtica pionera por un mundo que hoy nos parece tan alejado como el Far West.
Situemos un poco más a esta mujer. Nacida en Nebraska, de la estirpe de las colonizadoras del Oeste, recibió su formación de manos de su padre, Alfred Theodore Anderson, que poseía un estudio de fotografía en Kearney. Tras pasar por la Nebraska State University se graduó como profesora en 1915, pero se trasladó a Nueva York donde se formó como fotógrafa en la conocida Clarence H. White School of Photography. En 1921 fue contratada por la Hispanic Society, cuyo fundador Milton Archer Huntington era un enamorado de nuestro país, responsable, entre otros hitos, del encargo de los murales de Joaquín Sorolla que pudimos visitar el año pasado en el Museo del Prado. Aquí fue nombrada conservadora de fotografía y ya en 1923 destinada a España en su primera expedición fotográfica. Estas expediciones llegaron a ser cinco, producto de las cuales son varios libros y artículos. A partir de 1954 fue nombrada conservadora de trajes, puesto que ocupó hasta su jubilación.
Esta exposición recoge en torno a 800 fotografías de las más de cinco mil doscientas que hizo de Galicia en varias expediciones. La primera, como no podía ser menos en una época en la que las mujeres no se movían de casa apenas y si lo hacían era acompañadas de una figura respetable, está acompañada por su padre, el fotógrafo, que le asesora. En las cuatro siguientes, más intrépida aún si cabe, va junto a una compañera, la también fotógrafa Frances Spalding. Contemplando las fotos, el contraste entre la vestimenta, la estatura, la tez de la cara de las mujeres gallegas y estas dos jóvenes americanas es enorme. Parecen de razas distintas. Las primeras son bajitas, morenas, de cutis curtido por el trabajo al sol, lleno de arrugas, pero de ojos expresivos y asombrados. Las segundas, vestidas a la moda de la Belle Epoque, son altas, pálidas, serias y profesionales, pero saben estar en su papel y captar ese mundo que hoy asombra por perdido.
La exposición está dividida en varios temas: "Mar, terra e pobo" que incluye paisajes, cultura, arquitectura, villas y aldeas, ciudades; "Traballo e oficios" con agricultura, ganadería, ferias y mercados, labores y pesca; "Transportes", "Traxes", "Costumes, festas e ritos" y "Xentes".
Junto a las fotos, hay materiales como artículos de prensa, facturas de los hoteles, los libros de Anderson, etc. Esta muestra bien merece un detenido paseo que es como un viaje en el tiempo. Asombra no sólo reconocerse en ese antepasado labriego o feriante del que todos procedemos, no hace tanto. Asombra también la perfección técnica de unas fotografías tiradas en medio de unas condiciones duras. Sólo hay que ver los épicos itinerarios de esta mujer que no dejó rincón de Galicia por recorrer, aunque le costara dos días llegar desde A Rúa a Tui. Curioso también es leer los artículos que la prensa local dedica al paso de esta expedición fotográfica. El tópico de la mujer que viaja sola y que no por ello deja de ser femenina se repite y da idea de la concepción tan rígida que se tenía de la función de las mujeres no hace todavía un siglo. ¡Cuánto hemos avanzado!
Si os dais el capricho de comprar el Catálogo -un poco caro, es cierto- os llevaréis para casa un pequeño tesoro pues en cualquier momento podréis volver a echar un vistazo a esas imágenes que atraen tanto, además cuentan con un regalo añadido, las anotaciones a las fotografías, así como el bosquejo de un texto para un libro de Ruth y las cartas y el diario personal de su padre, Alfred.
Como la exposición todavía va a durar el próximo curso, pienso que será visitada obligada. No os arrepentiréis.

lunes, 29 de marzo de 2010

LOS PERROS NO PUEDEN LEER


Por recomendación de Paqui, me acerco a la web de un ilustrador llamado Juanjo Sáez y disfruto un montón. No os perdáis su estupenda historieta titulada "Los perros no pueden leer". Realmente a veces no apreciamos la suerte que tenemos de poder viajar con nuestra imaginación y conocer a personajes como Tom Sawyer, Peter Pan, Jim Hawkins. Con mucha gracia, este genial ilustrador nos ayuda a reflexionar sobre el inmenso don de la lectura y nos incita a valorarlo.
Chicos, que no se diga. Nuestras mascotas sufren porque no pueden leer, pero ¿y vosotros?

viernes, 22 de enero de 2010

UN PASEO POR EL MUSEO DEL ROMANTICISMO DE MADRID

Teníamos un poco olvidado nuestro blog de Plástica, así que queremos actualizarlo un poco recomendándoos la visita a un museo que aúna las artes plásticas con las literarias, el recién remodelado Museo del Romanticismo de Madrid.


Quizás os sonará que en el barrio madrileño de Chamberí existía un viejo caserón que albergaba la colección del Museo Romántico. Yo recuerdo haberlo visitado de pequeña, pero hace ya tiempo lo cerraron por reformas y así pasaron los años. En 2009 abre sus puertas de nuevo y no sólo cambia de nombre sino que sufre una completa transformación de tal manera que, tras un recorrido demorado, no sólo has disfrutado de un paseo por cada una de las habitaciones de una hermosa mansión del siglo XIX, aprendiendo sobre costumbres y gustos cotidianos, sino que has asistido a una profunda lección sobre el movimiento romántico.

Nos encontramos ante una casa museo que escenifica la vida de los españoles en el período del reinado de Isabel II (1833-1868). Asi se comienza con el zaguán donde se sitúan la recepción y las dependencias de trabajo del museo (biblioteca, auditorio, área de educación), la sala de exposiciones temporales y dos hermosos patios. De ellos parte una escalera que conduce a la primera planta o planta noble que es propiamente la casa. Nos es difícil destacar una dependencia entre las otras: todas aportan un detalle que capta nuestra atención. El vestíbulo es el espacio de recibiento y los muebles son abundantes pero sobrios y los cuadros están dedicados a la infancia de la reina y al problema dinástico que originó las guerras carlistas.

La antecámara que ha de avisar a los visitantes de la importancia de los moradores de la casa luce impresionantes frescos y anuncia las estancias más nobles de la casa: dos antesalones que enfilan a ambos lados el gran salón de baile. Éste último es la habitación más espaciosa de la casa y su lujo y ostentación son evidentes en los espejos, sillería, consolas y, por supuesto, los instrumentos musicales (arpa y piano) Iconográficamente la antecámara se dedica a la mayoría de edad de la reina, mientras los antesalones a los antecedentes históricos del Romanticismo y a las principales contiendas militares y el salón de baile a los grandes retratos de familia.

Si pasamos a un ámbito más íntimo al que pueden pasar las visitas de más confianza nos encontramos con tres salas de pintura costumbrista, la salita, el pasillo y el comedor. En este ambiente destacan los paisajes del pintor ferrolano Jenaro Pérez Villaamil. Llama la atención en el pasillo diversas piezas que tienen que ver con la higiene masculina como el retrete o el estuche de viaje de Fernando VII. En el comedor, pieza específica desde este período histórico en una casa siguiendo modelos franceses, se decora con servicio de mesa de París. Los bodegones acompañan a uno de los cuadros más emblemáticos del museo La familia de Jorge Flaquer, de Joaquín Espalter que nos ilustra sobre la vida familiar en este período.

Las casas nobles contaban con un lugar para la celebración de actos religiosos íntimos, el oratorio. Ya desde el anteoratorio la vista se dirige al magistral cuadro que preside el altar, San Gregorio Magno de Goya, procedente de la testamentaria del fundador del Museo, Benigno Vega-Inclán (1858-1942).

Ya en las habitaciones más privadas se sitúan la sala de juegos de niños, adornado con preciosas casas de muñecas y otros juguetes. Con el boudoir se inicia el itinerario por las dependencias femeninas que culminan en la alcoba de la mujer. Allí podía, siguiendo el modelo francés, la señora de la casa recibir a sus visitas, leer, escribir, coser. Las vitrinas están atestadas de un sinfín de caprichos y miniaturas que se relacionan con la imagen de la mujer cambiante y caprichosa.



El itinerario por las dependencias masculinas incluye las habitaciones dedicadas al movimento literario romántico, especialmente el gabinete de Larra y la sala de la Literatura y el Teatro, con objetos y pinturas pertenecientes a Mariano José de Larra, prototipo de escritor romántico. Ese itinerario masculino, con una decoración más sobria, continúa con otras salas como el fumador (con una decoración inspirada en el mundo árabe), el gabinete o salón de recibir, el dormitorio masculino, el despacho y  la sala de billar con una mesa de trucos donde los caballeros se expansionaban después de comer.


Por último, la estufa es un espacio destinado a las plantas como otro elemento de prestigio de la casa. Cuenta con valiosas piezas de cerámica de distintas procedencias, entre la que se incluye la de Sargadelos. En la última sala se puede ampliar nuestros conocimientos con consultas en los ordenadores y visualizar la mansión en una escala pequeña a través del teatrino
.
Como hemos hecho notar cada una de las habitaciones sigue un programa iconográfico temático que, acorde con los usos de cada estancia, va mostrando en sus pinturas, miniaturas, dibujos, estampas, mobiliario, artes decorativas y que nos va acompañando en nuestro paseo y que nos empapa de los ideales de esta época histórica.

Deseamos haberos suscitado el gusto por las visitas a Museos y mientras no podáis acceder en vivo a ellos, siempre podéis pinchar en la página web del museo.