martes, 1 de marzo de 2011

GRANDES PERSONAJES DE LA HISTORIA DEL CÓMIC


Hola de nuevo. Todos conocemos al maravilloso Val, el príncipe de Thule, obra del canadiense Harold Foster (1892-1982), autor también de la primera versión de otro gran héroe, Tarzán. Los que hemos crecido alimentándonos de las aventuras del príncipe que ha de sido desterrado de su reino escandinavo, de su viaje a Camelot para convertirse en caballero y poder recuperar su herencia, de su trágico amor por Ilene, de su camaradería con Sir Gawain y otros caballeros de la Tabla Redonda y, por supuesto, de su periplo por las Islas Griegas en busca de la reina Aleta... hemos sido ganados definitivamente por la fantasía, por la literatura caballeresca, por el mundo de los sueños. ¡Qué fácil nos resultó luego comprender obras más maduras como el mismo Don Quijote!

Y eso se lo debemos a todo un gigante del cómic que, durante muchos años nos hizo creíbles, a pesar de sus anacronismos, un mundo en el que conviven caballeros astutos y corteses, gigantes, princesas rubísimas, ciénagas terribles, espadas cantarinas e indios pieles rojas.
Gracias maestro.
Alumnos de Catabois, aprovechaos de que tenemos esta maravilla completa en nuestra biblioteca y, por favor, cuidadla para que dure y dure y siga fascinando generación tras generación.

jueves, 10 de febrero de 2011

GRANDES PERSONAJES DE LA HISTORIA DEL CÓMIC

Si os apetece viajar con nosotros por la historia del noveno arte, es decir, el cómic, acercaros de vez en cuando a este blog.

Comenzamos con Winsor McCay (1871-1934) quien durante años, domingo a domingo, nos iba sumergiendo en los sueños del pequeño Nemo en sus surrealistas y asombrosas imágenes. Cada historieta de Little Nemo in Slumberland desarrollaba una misma estructura narrativa: el niño se acostaba en su cama y, a partir de allí, se deslizaba por un delirio onírico de elefantes, camas con piernas, setas gigantes, pájaros que llevan alzas, palacios de nieve... Al final de la página, el pequeño caía de la cama o era despertado por su madre, su abuelo, su padre, quien achacaban al exceso de cena sus pesadillas. Y vuelta a empezar. No pasaba una sola noche tranquilo, el pobre Nemo.

Pero, además de estos aciertos estructurales, la viñeta nos seduce por sus aprovechamientos de todas las  posibilidades del género y, de forma particular, por sus geniales dibujos a todo color, de clara influencia modernista, del "Art Nouveau" y del "Art Decó". El dibujante es un maestro consumado y nos ha ganado para siempre. Y su obra ya es un clásico del cómic.
Disfrutad con las viejas glorias del género.